ANGELA MARIA MOLANO ALVAREZ
Psicóloga
Mgs Psicología clínica y de la salud
Psicóloga-Coordinadora

La maduración de las partes del cerebro encargadas de regular las emociones depende en gran medida de todo aquello a lo que los niños se enfrentan en el ambiente familiar. Tal y como argumenta Sánchez (2008) la familia es “nuestra primera escuela para la alfabetización emocional y el contexto más importante donde se forjan las competencias emocionales”. Es en este contexto donde los niños aprenden por primera vez lo que significa la relación causa-efecto, lo cual a su vez, se relaciona directamente con lo que tengo que hacer para regular aquello que me provoca recibir una consecuencia por algo que hice.
En este sentido, los padres emocionalmente inteligentes, es decir, capaces de identificar lo que sienten, así como de gestionarlo adecuadamente, podrán ser más efectivos en la transmisión de estas habilidades a sus hijos (Alegre, 2012). Algunos autores han señalado que el estilo de crianza también puede facilitar o no la transmición de dichas habilidades. Por ejemplo, se ha encontrado que papás con un estilo democrático (estilo en el que se puede mediar) tienen una mayor inteligencia emocional, lo que en consecuencia, les permite tener un adecuado canal de comunicación entre los miembros de la familia, lo cual fomenta confianza, credibilidad y fuente de referencia. Así, se hace más fácil actuar como modelo de regulación emocional para sus hijos.
Además, se ha demostrado que un estilo democrático tiende a ser más sensible frente a las necesidades de sus hijos, lo que permite identificar en qué momento se debe actuar para ayudar a minimizar el estrés, promover la aceptación y, en general, a gestionar las emociones.
Por lo anterior, es importante hacer conciencia sobre el ejemplo que estamos dando a nuestros hijos en materia de emociones. Para ello, vale la pena preguntarse ¿Cómo reacciono cuando me encuentro ofuscado, triste, miedoso? ¿Tiendo a ser explosivo? ¿Tiendo a guardarme todo lo que siento? ¿Qué tanto hablo con mis hijos sobre lo que significa sentir? ¿Me ofusco fácilmente frente a los comportamientos de mis hijos? ¿Cómo demuestro mis emociones? ¿Es difícil para mi hablar de emociones y/o gestionarlas? ¿Tengo dudas sobre mi estilo de crianza?.
Hacernos este tipo de preguntas nos puede ayudar a darnos cuenta si requerimos algún tipo de ayuda para fortalecernos en la competencia de la inteligencia emocional. Esto también significa prestar atención a la propia salud mental, lo cual a su vez, va a tener un impacto en el desarrollo de nuestros hijos. En Neurocom ofrecemos espacios de formación en los que tratamos estos temas y les aportamos herramientas prácticas para ayudarles a transitar mejor los retos que implica el mundo de las emociones. Así mismo, contamos con un moderno sistema de entrenamiento para la regulación de los ritmos cerebrales relacionados con el desbalance a nivel emocional que se puede presentar tanto en el caso de adultos, como en el de niños. Contamos con dispositivos altamente seguros, controlados y efectivos, manejados por personal altamente calificado, idóneo y comprometido con la mejora y bienestar de nuestros consultantes.
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REFERENCIA:
Ramírez-Lucas, A., Ferrando, M., y Sainz, A. (2015). ¿Influyen los Estilos Parentales y la Inteligencia Emocional de los Padres en el Desarrollo Emocional de sus Hijos Escolarizados en 2o Ciclo de Educación Infantil?. Acción psicol.12 (1). Tomado de https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1578-908X2015000100007#:~:text=Los%20padres%2C%20tienen%20un%20papel,y%20regulaci%C3%B3n%20emocional%20(Schoree%2C%201996