Emociones y Cerebro

ANGELA MARIA MOLANO ALVAREZ

Psicóloga.

Mgs Psicología clínica y de la salud Psicóloga-Coordinadora.

Las emociones se han convertido en un campo importante de estudio debido a su gran efecto en los comportamientos y, en general, en la adecuada adaptación de los seres humanos a sus diferentes ambientes. Incluso, se ha desarrollado una rama de la neurociencia que se encarga de estudiar este tema denominada Neurociencia afectiva. A partir de dicha ciencia se ha podido entender de qué manera funciona nuestro cerebro cuando nos enfrentamos a situaciones que nos generan respuestas emocionales agudas, como por ejemplo miedo, ansiedad, incertidumbre, entre otras.

A través de todos los estudios se ha podido determinar que el área que procesa este tipo de emociones corresponde al sistema límbico, el cual tiene más de 500 millones de años de evolución. Es el encargado de hacer que reaccionemos cuando nos enfrentamos a situaciones que ponen en riesgo nuestra vida, es decir, es el que se activa cuando percibimos alguna amenaza, haciendo que reaccionemos de manera instintiva para protegernos. Estas respuestas pueden estar asociadas a lucha, huida o congelamiento, es decir, agresiones (físicas, verbales o no verbales), evitación (salir de la situación) o supresión (no hacer nada).

Ahora bien, desde hace aproximadamente 100 millones de años, se ha venido desarrollando y fortaleciendo la corteza prefrontal encargada de todas las funciones ejecutivas, como por ejemplo planear, controlar los impulsos, procesar la información, entre otras funciones. Es así como el sistema límbico se encarga de asegurar nuestra supervivencia procesando las emociones negativas (como el miedo o la ansiedad) y la corteza se encarga de que seamos inteligentes, pensemos, analicemos y nos auto-controlemos. Pero, ¿Qué ocurre cuando estas emociones perduran en el tiempo y se dificulta su regulación?

Generalmente esto ocurre porque tendemos a pensar, de manera intensa y frecuente, todo lo que nos ha generado algún tipo de malestar. Es así como nuestro cerebro inteligente (corteza prefrontal) refuerza y reactiva constantemente pensamientos asociados a dichos estados emocionales, generando una dificultad en la regulación y la búsqueda del equilibrio. Por consiguiente, podemos actuar de manera poco asertiva e incluso llegar a agresiones físicas o verbales, lo que a su vez nos genera un alto desgaste fisiológico, experimentado síntomas como dolores de cabeza, tensiones musculares, etc. 

Dado el desgaste físico y mental que se produce en el individuo, así como las afectaciones que se pueden generar en las relaciones o en seres queridos, se hace indispensable adoptar estrategias que faciliten la regulación emocional (no el control, pues no se trata de “dejar de sentir”, sino de procesar adecuadamente el estado emocional). Técnicas como la respiración diafragmática, la tensión-relajación, los ejercicios de meditación o el mindfulness, son altamente recomendables para entrenar estados de calma y enseñarle al sistema límbico a desactivarse cuando no se necesita. Además, técnicas como la revaloración cognitiva, la eliminación de juicios, la recordación de situaciones placenteras, entre otras, ayudan a modificar la manera en que pensamos, evitando que el cerebro reactive recuerdos que evoquen malestar emocional. 

Tenemos la responsabilidad de cuidar nuestra salud física y mental. Por ello, no dudes en consultarnos. En Neurocom ofrecemos un moderno sistema de entrenamiento para la regulación de los ritmos cerebrales relacionados con el desbalance a nivel emocional.   

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